jueves, 22 de enero de 2015

Aprender aprendiendo, no repitiendo...

Ejercicio I
Ejercicio extraído del libro Cuadernos de gramática española, publicado por la editorial Difusión en 2012.
1.      ¿Qué se le proporciona al alumno?
Aunque no se observa, en la página anterior al ejercicio al alumno se le proporciona un cuadro gramatical en el que se explican los usos del objeto indirecto en español y sus formas de número y persona.
El ejercicio le proporciona un enunciado con indicaciones específicas y dibujos de objetos y personas relacionados entre sí en un contexto imaginado. Sin embargo, no le proporciona el nombre de los objetos ilustrados ni indicación alguna de recurrir a un diccionario, por lo que no queda claro si el autor del libro presupone que el alumno ya conoce estas palabras o no. Por otra parte, se le proporciona una frase-ejemplo para ilustrar mejor la estructura de la actividad.
2.   ¿Qué se le pide al alumno?
Al alumno se le pide que cree frases siguiendo la misma estructura gramatical del ejemplo. Se le proporciona indicaciones precisas a través de las flechas azules y se le indica que emplee los conceptos representados en las ilustraciones en las frases que creará.
3.      ¿Cuáles son los objetivos de la actividad?
Sin lugar a dudas, el objetivo principal del ejercicio es el de asentar en el alumno el uso del objeto indirecto en español y la noción del doble objeto indirecto, aspecto poco común en otras lenguas y de no poca dificultad para numerosos estudiantes de español como lengua extranjera. Por otra parte, no dando por hecho que el alumno conozca todos los conceptos ilustrados en español, la actividad podría asimismo perseguir el objetivo implícito de proporcionarle vocabulario nuevo mediante la consulta de un diccionario, propiciando de esta forma el intercambio lingüístico.
4.      ¿Qué enfoque subyace en ella?
Se trata de un ejercicio con una estructura poco flexible y unas indicaciones que dejan poco espacio a la creación propia. La actividad pretende principalmente que el alumno interiorice el uso del doble objeto indirecto creando a partir de un modelo nuevas unidades de información contextualizadas en una situación de la vida real. La actividad se nos propone de forma escrita, si bien es cierto que la oralidad y una puesta en práctica grupal le conferirían un mayor dinamismo. A simple vista, se podría decir que el logro principal de la actividad es la corrección lingüística y la asimilación casi mecánica de una estructura gramatical, por lo que el método predominante en esta actividad sería el audiolengual. Sin embargo, la interpretación y presentación del ejercicio al alumno por parte del profesor sería clave para poder hablar también de enfoque comunicativo: la lengua como herramienta para comunicar y producir información nueva relativa a una situación de la vida real, a través de ejercicios estructuralistas, pero confiriendo mayor importancia a la oralidad y a la comunicación grupal para que la asimilación mecánica de estructuras y la corrección lingüística no se conviertan en el centro del aprendizaje.
Ejercicio II
ejercicio extraído de una recopilación de actividades para estudiantes de español como lengua extranjera.
1.      ¿Qué se le proporciona al alumno?
Al alumno se le proporciona una lista de 48 palabras sin relación alguna entre ellas que pueden llevar o no acento gramatical. El enunciado y la ausencia de cualquier tipo de explicación gramatical sobre la acentuación en español previa al ejercicio nos dan a entender que el autor presupone que el alumno ya conoce las normas de acentuación en español.
Por otra parte, no se le da indicación alguna de que recurra a diccionarios o herramientas de lectura si fuera necesario, por lo que, o bien el autor presupone que el alumno ya conoce estas palabras, o más probablemente no repara en el aspecto semántico-funcional del ejercicio y en la comprensión por parte del alumno del léxico presentado, sino que hace hincapié única y exclusivamente en su aspecto lingüístico-funcional.
2.      ¿Qué se le pide al alumno?
Al alumno se le pide simplemente que coloque un acento gramatical en las palabras que así lo requieran siguiendo las normas del acento gramatical en español. El alumno debe únicamente aplicar estas reglas, presumiblemente aprendidas previamente, sin reparar en el significado de las palabras.
3.   ¿Cuáles son los objetivos de la actividad?
Se puede decir que el único objetivo de la actividad es que el alumno interiorice las reglas de acentuación gramatical del español mediante su aplicación y repetición sistemáticas. Se pretende evitar de esta manera la aparición de errores, por lo que se puede hablar claramente de un ejercicio orientado a la corrección lingüístico-gramatical.
4.      ¿Qué enfoque subyace en ella?
Se trata de un ejercicio enmarcado claramente en el método audiolengual de la enseñanza de lenguas extranjeras. El logro de la actividad es la corrección lingüística y la corrección del error antes de que aparezca, mientras que el aspecto semántico queda totalmente excluido de la funcionalidad del ejercicio. La artificialidad y rigidez de la actividad, junto a la ausencia de cuadros gramaticales u otros recursos necesarios para su adecuada realización, llevan a presuponer que el alumno deba conocer ya las palabras presentadas, muchas de las cuales no utilizará probablemente jamás como estudiante extranjero de español en una situación de la vida real. Por lo tanto, y al menos desde un punto de vista cualitativo, resulta irrelevante e innecesario que el alumno sepa si van acentuadas o no. Además, el alumno difícilmente recordará la acentuación de palabras de morfología compleja y significado desconocido que ha visto una sola vez; y, aún menos, si las ha leído dentro de una lista.
La débil estructura funcional del ejercicio pierde su último resquicio de sentido cuando se parece dar por hecho que quien escribe en español aplica constantemente las normas de acentuación de memoria, parándose a reflexionar sobre el acento prosódico de las palabras que utiliza y sobre la aplicación del acento gramatical en los casos que establecen las reglas. Sin embargo, es sabido que la interiorización del acento gramatical en español por parte de alumnos extranjeros y muchos nativos se produce, en la mayoría de los casos, a través de la memoria visual.
Probablemente, una mejor interpretación y explicación del ejercicio, al igual que su aplicación oral y la participación activa del profesor como herramienta auxiliar, conferirían a esta actividad un punto de relevancia en una clase de español para extranjeros.

Lingüística + Pedagogía + Psicología = Facilitador

Intentar establecer una jerarquía a priori entre estas tres disciplinas podría llevarnos a caer en un sinsentido. La primera pregunta que debemos hacernos es qué tenemos que tomar como punto de referencia para establecer esta jerarquía. En mi opinión, crear una clasificación entre tres disciplinas que a simple vista no presentan relación alguna entre ellas es imposible, ya que cada una de ellas tiene un ámbito de aplicación totalmente exclusivo y delimitado de las demás.
Sin embargo, si tomamos como objeto de referencia la figura del enseñante de lenguas, entonces sí que podríamos intentar establecer una jerarquía; o mejor dicho: entonces sí que tiene sentido hablar de «relación» entre estas tres disciplinas.
Como todos sabemos, el lingüista estudia la ciencia del lenguaje; el pedagogo, los métodos y procesos que permiten la enseñanza y el aprendizaje de una ciencia; y el psicólogo, el funcionamiento de cualquier tipo de proceso mental. Ahora bien, ¿cómo confluyen estas tres disciplinas en la figura del enseñante de lenguas?
Como explica Pérez de Obanos en La competencia docente y el desarrollo profesional: hacia un enfoque reflexivo en la enseñanza de ELE (2009), el «facilitador» (enseñante de lenguas) no solo busca ampliar progresivamente sus conocimientos en la materia de la que es experto (lingüística) y los métodos y procesos que hacen posible su enseñanza y aprendizaje (pedagogía), sino que además reflexiona de forma directa e indirecta (a través de sus alumnos) sobre su labor (psicología).
Esta definición me suscita tres preguntas a modo de reflexión cuyas respuestas caen por su propio peso: en primer lugar, ¿a qué sirve, efectivamente, conocer a la perfección el contenido si no eres capaz de transmitirlo adecuadamente?; en segundo lugar, ¿de qué sirve una buena metodología, por muy innovadora que sea, si tienes profundas lagunas de contenido?; en tercer lugar, ¿de qué sirve conocer en profundidad el contenido y las técnicas más innovadoras si tu rigidez no te permite reflexionar sobre tu propia experiencia y adaptarte tú y adaptar tus métodos a las necesidades del grupo?
Mi conclusión y respuesta a estas tres preguntas es que no existe ni debe existir una jerarquía entre estas tres disciplinas, sino que las tres han de complementarse constantemente y completarse progresivamente si se aspira a ser un buen «facilitador».